lunes, 10 de julio de 2017

Castillo de Corvin. Sibiu

Hunedoara es una ciudad industrial, con enormes fábricas de acero totalmente oxidadas y bloques de viviendas despintados de estilo soviético. Podríamos decir que es una ciudad sin ningún encanto, incluso fea.

Hunedoara. Ciudad industrial

Pero, al final de pueblo se encuentra el castillo de los Corvino, que parece sacado de un cuento de hadas. Las torres más altas son oscuras mientras que otras más bajitas encastadas en la fachada principal tienen un color clarito.

De todos los visitados en Rumanía, este es el castillo que más nos ha gustado ya que el castillo de Bran está demasiado explotado turísticamente.

Tras atravesar el puente levadizo que permite entrar en el patio principal queda patente que el castillo se fue construyendo y ampliando a lo largo de los siglos, y al empezar a recorrerlo encuentras un enmarañado laberinto de pasillos, escaleras que se cruzan, suben y bajan hacia las diferentes alas del edificio.

Aproximándonos al castillo
Fachada principal y puente de acceso


Con el Exin Castillos de nuestra infancia se construían unas torres idénticas a estas.

Detalle de la fachada




Recorrerlo es un placer, pues están accesibles para los visitantes casi todas las zonas del castillo: los torreones, el pozo, la capilla, la cocina, el comedor de caza, las estancias de día, el dormitorio, la bodega, la sala de torturas y la cárcel. Hemos leído que Vlad Tepes (Drácula para los amigos) estuvo aquí prisionero y que los altos muros exteriores fueron construidos por prisioneros turcos.

Galería elevada que conecta dos zonas del castillo

La misma galería desde el interior del castillo

Patio de armas o principal

Patio de armas o principal





Torres, "foso" y muralla exterior




Salón de los caballeros



Detalle de la cubierta

Habitaciones principales

De aquí nos hemos ido a Sibiu, por una flamante autovía de dos carriles ¡incluso a ratos tres! con el asfalto en perfectas condiciones que nos ha parecido el camino del cielo después de tantos días de curvas, firmes en mal estado y carreteras de un sólo carril en las que hay que ir detrás del camión de turno durante kilómetros.

Pero esto también tiene su parte negativa, pues Sibiu es una preciosa ciudad de fácil acceso y por tanto llena de turistas.

Curiosa organización

Para acabar el día hemos visitado el centro histórico de Sibiu, de estilo muy parecido a algunas ciudades centroeuropeas en las que hemos estado. Fue fundada por los sajones en el S. XII, por lo tanto, una buena parte de su arquitectura es germánica.

Las casas de colores sobre todo verdes, con unas curiosas ventanas en los tejados llamadas ventanas de párpado se alinean a lo largo de las calles del centro. Nos hemos parado a degustar unas pastas típicas que hemos comprado en la calle Nicolau Balcescu.

Calle Nicolae Bălcescu

Calle Nicolae Bălcescu

Calle Nicolae Bălcescu

Calle Nicolae Bălcescu

Piața Mare

Piața Mare

Nos han encantado las dos plazas principales de la ciudad, la grande y la pequeña (Piața Mare y Piața Mică). En esta última se encuentra el puente de hierro (puente de la mentiras, Podul Minciunilor), adornado con flores. Desde fuera de la Catedral Evangélica de Santa María situada en la Piața Huet hemos oido como ensayaban un concierto de órgano.

Hemos callejeado por esta zona, con torreones, escaleras y estrechas callejuelas.

La Plaza Grande es un enorme plaza peatonal en la que confluyen las calles más céntricas de la ciudad alta. Llena de terrazas y de vida a última hora de la tarde, es el lugar ideal para pasear, tomarse algo y ver los escaparates de las tiendas.

Piața Mare

Ventanas párpado

Piața Mare

Torre del ayuntamiento



Podul Minciunilor

Podul Minciunilor

Podul Minciunilor

Calle Ocnei

Calle Ocnei

Calle Ocnei



Catedral Evangélica de Santa María

Calle Nicolae Bălcescu

Calle Nicolae Bălcescu

Calle Nicolae Bălcescu



Piața Albert Huet


Para cenar hemos escogido el restaurante Crama Sibiul Vechi, situado en una antigua bodega con los camareros ataviados con un traje blanco tradicional. Está en el centro y sirven comida típica del país a precios razonables.

Ya de vuelta al hotel hemos visto las antiguas murallas del S XVI que tuvieron 39 torres, cada una de ellas protegida por un gremio diferente. Actualmente sólo quedan 8 de las torres en pie en bastante buen estado de conservación.



Turnul Olarilor

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