Els Avencs de la Febró y la Mussara

Hemos repetido una excursión que hicimos hace un par de años, esta vez con otra compañía, la familia Delgado-Escudero. A finales de abril, incluso en las zonas más umbrías de las montañas de Prades la primavera está en su apogeo y flores de todos los colores cubren el suelo.

El día ha empezado lluvioso, pero tras una espera en el refugio de la Mussara la lluvia ha cesado y hemos emprendido la marcha hacia els Avencs de la Febró.

En poco más de media hora hemos llegado a este barranco espectacular. Una grieta que se abre en medio del bosque, una ranura en la tierra a la que se puede acceder por un camino en uno de sus extremos o bajar escalando por una vía ferrata. Nosotros, sin el equipo adecuado de escalada, hemos optado por la primera opción y hemos empezado a recorrer por el interior toda la grieta en la que existe un microclima húmedo. Las paredes se encuentran recubiertas de musgo, y los pocos árboles que crecen en el interior de la brecha extienden sus ramas hacia el cielo intentando atrapar algún rayo de sol.

Saltando de piedra en piedra a ratos, con la ayuda de las manos en otras ocasiones, hemos llegado hasta la parte inferior del avenc en la que se encuentran un par de cuevas a las que los niños se han atrevido a entrar y a recorrer durante unos metros.

Al salir del avenc, una hora después aproximadamente, el tiempo había cambiado por completo, las nubes habían desaparecido y un radiante día de primavera nos esperaba en la superficie.

Hemos vuelto al refugio dando un rodeo para pasar por el pueblo abandonado de la Mussara y disfrutar de las espléndidas vistas de la planicie del Baix Camp y del mar que se divisan desde la parte más alta del pueblo.

La torre de la iglesia, desafia el paso de los años y todavía, con ayuda de unos contrafuertes, se mantiene erguida resaltando entre todas las otras ruinas del pueblo.

Tras un corto paseo desde el pueblo hemos regresado al refugio para comer allí.