Capafonts Poble.
Llegamos a Capafonts un sábado por la tarde dispuestos a pasar lo que queda de día, la noche y el domingo. Nos han invitado unos amigos que tienen una casa familiar en el pueblo.
Después de instalarnos en la casa salimos a pasear por las empinadas calles del pueblo, admirando no sólo las casas si no también el entorno natural que lo rodea.
Por la noche encendemos la chimenea, hacemos brasas para cocinar la cena, jugamos a juegos de mesa y nuestros amigos nos anuncian que se casan. Dormimos como lirones rodeados por los muros de piedra de la casa y en medio de un silencio fantástico.
Al día siguiente nos preparamos para ir de excursión. Estamos en febrero pero hace un día radiante, soleado y cálido que parece de primavera.
Empezamos atravesando una finca que pertenece a nuestro amigo, en las afueras del pueblo, en la que se encuentra una roca con forma curiosa a la que llaman El Bec de la Gallina.
Pasamos por la ermita de la Mare de Déu de les Barrulles y seguimos caminando rodeados a ratos de campos de cultivo y otros de bosque en el que abundan las encinas y los pinos.
Llegamos al Riu Brugent, que lleva bastante agua y nos detenemos un rato en el Gorg de l'Olla. El musgo hace que se alternen los colores marrones y verdosos tanto en las paredes como en el fondo de esta poza excavada por el río.
Los estratos inclinados de roca nos recuerdan que nuestro planeta se ha ido transformado a lo largo de su existencia.
Llegamos a Les Fous, una zona que ha excavado el río Brugent a lo largo de los siglos y que se caracteriza por la existencia de riscos y pozas de piedra muy blanca. El Pont Vell nos permite cruzar el río una zona en la que hay un cañón con una cierta profundidad.
Después de cruzar el Pont Vell nos encontramos el pueblo delante nuestro y en pocos minutos llegamos de nuevo a la casa, dispuestos a comer y acabar este fin de semana tan agradable.
No hay comentarios :
Publicar un comentario