La ruta de esta mañana ha sido un poco larga, 16 km que hemos hecho en unas 4 horas.
Aparcamos el coche en Cabra del Camp y empezamos a caminar hacia el norte, atravesando campos de cultivos varios, viñas y flores a las orillas de los caminos. Enseguida empezamos a subir y ascendemos durante los seis primeros kilómetros.
A medida que vamos subiendo aumenta nuestro campo de visión sobre los pueblos y las montañas del entorno y intentamos reconocer todas las poblaciones que podemos ver.
Esta roca es mucho más llamativa y visible que la cima del Cogulló que se encuentra un poco más arriba. Como si se tratara de la proa de un barco, deja la montaña detrás de ella y delante no encontramos la inmensidad del mar, si no la del Camp de Tarragona.
Nos da la sensación de que el camino se acaba aquí. Para seguir hay que descender primero por un tramo de escalera de madera y luego por un tramo vertical equipado con una cadena.
Seguimos avanzando y perdiendo altitud, dejando a nuestra izquierda fantásticas formaciones rocosas y a la derecha farallones de roca esculpidos por el viento y el agua durante siglos.
Sobre el kilómetro 11 de la ruta llegamos a Fontscaldetes, un nucleo de población completamente abandonado; Fontscaldetes. Perteneció al Monasterio de Santes Creus, y desde el S.XII hubo una granja en la que se cultivaban las tierras propiedad del monasterio y se cuidaba del ganado. Había un capataz que contrataban agricultores que se instalaban en el pueblo con sus familias.
En el S.XIX a raiz de las desamortizaciones, los terrenos pasaron a manos privadas y sus últimos habitantes abandonaron el pueblo en los años 60.
Aunque la explanada junto a la iglesia y las calles empedradas se encuentran en bastante buen estado y limpios de vegetación, las viviendas han sido invadidas por árboles y la mayoría de ellas están en ruinas.
Los últimos cinco kilómetros, hasta regresar a Cabra, discurren por una carretera secundaria poco transitada que asciende ligeramente.
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