24 de Agosto, Viernes
Después de toda la noche lloviendo a mares, hemos empezado el día lloviendo también.
Hemos rodeado la isla por la parte norte por una carretera estrecha (para variar) con unos paisajes espectaculares. Llevamos varios días atravesando paisajes similares pero no nos cansamos y siempre hay algo que nos sorprende: unos montes escarpados, la gran cantidad de ovejas que hemos llegado a ver, unos acantilados diferentes…
Hemos pasado por el Duntulm Castle, del que no queda casi nada, hasta llegar al Kilt Rock.
Kilt Roch es un espectacular acantilado de origen volcánico en el que se alternan las columnas de basalto con las de arenisca. Junto al mirador hay una cascada que cae directamente sobre el mar. Un espectáculo magnífico.
Junto al Old Man también hay una escarpada pared de roca, a una cierta distancia de la ladera. El chubasco de las 10.30 y de las 11.30 nos ha pillado a media excursión. Hemos perdido la cuenta del numero de veces que nos ha llovido y ha salido el sol a lo largo del día de hoy.
Hemos regresado empapados a la autocaravana, donde afortunadamente nos hemos podido secar y cambiar de ropa.
Y nos hemos dirigido hacia Neist Point. Hemos tardado una hora y media en llegar y los 15 últimos kilómetros han sido de una carretera horrible, con sólo un sentido como ya es habitual, al que se le añade la poca visibilidad en algunos tramos para ver si viene alguien de cara y las vacas bloqueando la carretera. La alegría de llegar al final se empaña con la multitud de vehículos estacionados y la dificultad de encontrar un hueco para aparcar la autocaravana pensando que al marcharte tienes que ser capaz de dar media vuelta con el vehículo.
El infierno del trayecto se te olvida cuando llegas. La bahía llena de pequeños peñascos y la magnífica, espectacular ladera cubierta de césped que sube hasta lo alto del acantilado para luego despeñarse en picado sobre el mar, con el faro en una pequeña explanada que se encuentra en la parte más baja.
Desde los acantilados de enfrente solo se escucha el sonido de las olas rompiendo contra la costa, los pájaros sobrevuelan la orilla. Hemos tenido la gran suerte de que ha salido el sol mientras estábamos allí, el verde de la hierba es aún más verde cuando está iluminada por los rayos del sol. Un lugar que no te cansas de mirar.
Tocaba pasar de vuelta por la carreterita maldita de nuevo y luego salir de la isla de Skye. Hemos hecho una parada en Gesto Bay para volver a ver los montes Cuillin antes de recorrer toda la distancia hasta el sur de la isla ya que habíamos decidido volver en ferry desde Armadale.
En Armadale nos ha dado tiempo de pasear por los jardines primorosamente cuidados del castillo de la localidad que contrastan con el estado abandonado del edificio del castillo, del que sólo quedan la puerta de entrada y las paredes exteriores.
Varias especies de árboles peculiares ocupan los jardines, con vista a la bahía, en la que reposan las barcas de pesca.
A Hugo le ha gustado mucho un Red Cedar, con el tronco formado como por un conjunto apretado de lianas y unas ramas curvadas que llegan al suelo y vuelven a subir. El cartel explicativo informaba que las ramas al tocar el suelo pueden echar raíces y formar nuevos ejemplares.
Durante el trayecto en ferry de hoy tampoco hemos tenido la suerte de ver delfines, lo que si que había era un montón de medusas rojas enormes.
Al llegar a Mallaig nos hemos dirigido hasta Glenfinnan para mañana ver pasar el mítico tren Jacobite por el viaducto de 21 arcos que sale en la películas de Harry Potter. Nuestro plan era dormir en Morar junto a sus playas de arena blanca pero no hemos podido aparcar la autocaravana en ningún sitio.
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