Tercera mañana consecutiva que al salir de casa no llueve, ¿ debe ser un record histórico? Así que hemos decidido aprovechar el buen tiempo para visitar la ciudad y dejar los museos para cuando apareciera la lluvia prevista para la tarde.
Hemos cruzado toda la ciudad para llegar al Queen Elizabeth Olympic Park, vaya manía que tienen de ponerle a todo nombres de sus reyes y reinas.
Como nuestra tarjeta de metro sólo és valida para las zonas 1 y 2 de metro y el recinto olímpico se encuentra en la zona 3, hemos ido en metro hasta la última de las estaciones de la zona 2 y de allí hemos completado el viaje en autobús.
El diseño vanguardista de la mayoría de los edificios hacen que sea un lugar que vale la pena visitar y el ArcelorMittal Orbit, la torre de más de 100m con una estructura metálica en espiral le da el punto de originalidad perfecto.
Se trata de una zona construida para las olimpiadas del 2012, una enorme área en la que se encuentran los recintos para una multitud de disciplinas deportivas, estadio, centro acuático, velódromo, circuito de BTT, pistas de tenis, todo rodeado de jardines, explanadas, parques infantiles y de 30 puentes cruzando los canales que pasan por la zona.
Después de otro largo camino hasta el centro de la ciudad hemos ido al 221 de Baker street, la casa de Sherlock Holmes, una visita sólo recomendada para amantes de las novelas de Arthur Conan Doyle.
Hemos comido en Regent’s Park que se encuentra justo al lado de Baker Street y luego hemos cambiado de parque. Nuestro siguiente destino ha sido la esquina noreste de Hyde Park, que nos quedó por ver el primer día de nuestra visita por Londres. Aquí está el Marble Arch, un arco que cuando se construyó estaba delante del palacio de Buckingham pero decidieron que era poca cosa para ser la entrada del palacio real y se trasladó de lugar. Existe una ley que nos hemos apresurado a desobedecer que indica que sólo pueden atravesar el arco central los miembros de la familia real inglesa y de la Royal Horse Artillery. En esta esquina del parque también se encuentra el Speaker’s Corner, un lugar donde se pueden hacer manifestaciones sin permiso y que algunos oradores aprovechan para expresarse libremente.
Desde aquí hemos seguido por la cercana zona de Oxford Circus y sus alrededores, unas ajetreadas calles comerciales, alguna peatonales, entre las que destaca por su encanto Carnaby Street, donde se pueden encontrar establecimientos de todo tipo.
Siguiendo Regent’s Street hemos llegado hasta Picadilly Circus, que al fin vemos de día, pero ya había empezado a llover por lo que nos hemos ido a la Tate Modern aprovechando que los sábados abre hasta las 22h.
Las colecciones de arte moderno nos provocan dos emociones “enfrontadas” . Por una parte hay cuadros que nos gustan mucho como los de los no tan modernos Mondrian, Picasso, Dalí, Miró, Warhol, Roy Lichtenstein y algunos otros de artistas que no conocemos y vamos encontrando que nos sorprenden gratamente. Pero por otro lado nos cuesta asimilar que se considere arte algunas obras que no nos inspiran nada y que además nos parecen bastantes insulsas. Creo que es discutible el hecho de que sea arte con derecho a estar en un museo un cuadro todo negro o todo blanco, un espejo sin nada más, o unas cuantas espirales rojas.
Cuando visitamos el MoMa en New York ya vimos otra parte de la colección del artista de la foto siguiente, Ellsworth Kelly, y de muchos otros que también se encuentran expuestos en la Tate Modern.
Dentro de las exposiciones temporales había una de carteles de la revolución soviética.
Como hemos comentado hace un par de entradas, el edificio de la Tate Modern es una antigua central eléctrica. Es otro estilo al edificio del Natural History Museum pero sólo el edifico en sí ya merece una visita. Tiene unas terrazas con unas vistas al río espectaculares.
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