Llegamos a Innsbruck pronto y está como la ciudad fantasma. Aparcamos el coche cerca del centro (es fantástico que sea domingo porque no hay que pagar zona azul). Vamos a la oficina de turismo y nos topamos con la tonta que no tiene ganas de trabajar y nos dice más o menos, que las cosas para hacer en Innsbruck son visitar Innsbruck, pero nada más. En fin.
Damos una vuelta siguiendo una ruta que sale en nuestra guía de viajes y nos lleva al mundialmente superfamosísimo Goldenes Dachl, Tejadillo de Oro, el cuál debe su nombre a las placas de cobre que no de oro.
Intentamos encontrar algo para comer pero todo lo que tiene buena pinta está cerrado ya que al no haber tiendas abiertas, tampoco esperan gente y al final acabamos en un sitio muy cosmopolita cerca del río donde el camarero me tira los tejos sin parar y pagamos 15 euros en agua aunque le regalan el postre a los niños (dos cucuruchos de chocolate).
Después de comer vamos a Schwaz. Pueblo sin mucho interés excepto la iglesia y una torre fortificada sobre la montaña.
También a Kufstein, más interesante.
Casa y cena rápida. Al llegar a Oberperfuss las nubes se están abriendo y luce el sol que deja ver los picos de las montañas.... nevados.
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