viernes, 20 de julio de 2012

Jornada 7. Krafla, Leirhnjukur, Hverir y Namasfjall, Baños de Jardbodin, Godafoss, Aldejyarfoss, Akureyri, Ogilsstadir.

Viernes, 20 de Julio de 2012.

Hoy hemos visitado Islandia, la verdadera Islandia, la solitaria, agreste, y salvaje tierra de fuego, agua y hielo (aunque hoy sólo lo hemos visto de lejos).

Hemos empezado la visita de la zona volcánica del Krafla en el cráter Viti. Viti significa infierno en islandés y casi todos los volcanes se conocen con este sobrenombre. Se le puede dar la vuelta al cráter y mientras contemplas el lago en el interior con una agua muy limpia y transparente.



La zona está llena de avisos sobre lo caliente que está el suelo y recomendando caminar por el terreno más oscuro. Bajándo de la montaña se accede a un mirador de la súper central geotérmica que hay allí instalada para aprovechar toda la actividad de la zona.





Un poco más abajo aún se llega al parking de las sulfaratas de Leirhnjukur donde hemos dado un paseo por una antigua colada de lava. Se accede a una ladera de color ocre llena de fumarolas y diferentes zonas de pozas de barro burbujeante. Un poco más allá, siguiendo una pasarela de madera se llega a lo alto de una zona con lava negra y vistas a la fisura principal del Krafla y una hilera de cráteres.










Islandia es un país original, bajando la carretera 863, antes de enlazar con la 1 se llega a una pequeña área de descanso donde han instalado una ducha y un wáter aprovechando una válvula de una antigua tubería. La ducha, cómo no, dispone de agua caliente.


Ya en la carretera 1 dirección Reykjahlid se accede a otra zona de fumarolas y pozas de barro (Hverir) en la falda este de la montaña Namasfjall.






En esta zona además existen unas curiosas formaciones, son pequeños cráteres, de un metro de alto aproximadamente, como unas chimeneas en la tierra por donde sale silbando un humo caliente y fétido.



Al cruzar el pequeño puerto hacia el lado oeste de la montaña dispuestos a aprovechar el poco sol del día en los baños naturales de Jardbodin, el tiempo ha cambiado de repente, nos hemos encontrado en medio de la lluvia que ha estropeado nuestros planes. Hemos hecho un poco de tiempo comprando suministros en el mini supermercado del minipueblo. Afortunadamente la lluvia ha hecho una tregua y nos hemos dirigido a los baños. Estos baños rivalizan con la Laguna Azul, en la península de Reykjanes, pero no en el precio ya que son mucho más económicos y los niños hasta 15 años acompañados de sus padres no pagan.


El agua es de un azul celeste, casi traslúcida y muy untuosa, parece que todos los minerales que contiene quieran precipitar en tu piel. El contraste del frío del exterior y los casi 40 grados del agua te hacen decidir entre "susto o muerte" por su sorprendente combinación de temperaturas. Tras un rato en el agua el cuerpo acumula calor que es suficiente para soportar un tiempo con el cuerpo mojado en el exterior del agua. El fondo de la laguna es de piedra y arena volcánica negra y fina. El agua se calienta naturalmente con el calor geotérmico y la sauna lo hace con unos chorros de vapor sin ninguna otra intervención (hasta 48 grados y una humedad muy alta).

Ya por la tarde, relajados por el baño, hemos tomado dirección oeste hacia Reykjavik, donde hemos de llegar mañana a las 16:00. A unos 60 Km del lago nos hemos detenido a contemplar la cascada de Godafoss. No es una catarata más, es diferente a todas las visitadas hasta ahora. No es muy alta, pero es muy ancha y dividida horizontalmente en tres caídas con la central muy estrecha y flanqueda por las otras dos más poderosas.





Pocos kilómetros al oeste, se toma un desvío a la carretera no asfaltada 842. Esta ruta se dirige a las tierras altas, a la región de Sprengisandur. Sorprendentemente, aunque no asfaltada, la pista es plana y sin baches, por los que los 41 Km que hemos hecho hacia el sur (y luego de nuevo hacia el norte) han sido mucho más soportables (y rápidos) de lo que esperábamos. La razón de esta incursión ha sido la visita de la cascada de Aldeyjarfoss.


Ha merecido la pena. El paraje es incomparable, inhóspito, agreste y salvaje; unido al viento, el frío y las nubes la sensación era de encontrarse en el fin del mundo. Uno no se puede imaginar cómo será esta zona en invierno. La catarata no desentona con los alrededores. El agua cae de forma violenta por una pared de columnas de basalto a una laguna que sirve para volver a comenzar un descenso por unos rápidos antes de que el río gire bruscamente a la derecha para perderse tras la pared del cañón formado por su curso.



De vuelta a la ruta principal de la carretera 1 queríamos avanzar un poco en nuestro camino a Reykjavik y dormir pasado Akureyri (segunda ciudad del país). Tras la ciudad se extiende un zona montañosa sin posibilidad de encontrar un sitio donde pernoctar. Sobre las 23:00 llegamos a una zona de acampada habilitada en el prado de la casa de la Sra. Inta, cuando ya pensábamos que tendríamos que conducir toda la noche.

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