Hemos aprovechado el puente de diciembre para visitar Lisboa. Hemos dado muchas vueltas por el mundo pero nunca habíamos estado en Portugal, un país vecino.
Nuestro amigo César está trabajando en esta ciudad y nos ha alojado en su casa. Pensábamos venir sólo Txus y yo, pero cuando Edgar y Hugo se enteraron que íbamos a venir dijeron que también se apuntaban, y ellos están durmiendo en un pequeño hotel enfrente de casa de César.
Llegamos en avión anoche bastante tarde, hoy César trabaja por lo que nos hemos ido nosotros cuatro a descubrir la ciudad.
Hemos empezado paseando por el barrio de Amoreiras (moreras) que hace referencia a la gran cantidad de estos árboles que había en la zona para la cría de gusanos de seda destinados a la fábrica de seda que hubo aquí.
Nos han sorprendido dos cosas de las fachadas de los edificios de Lisboa, la primera es que hay muchos números de portal, cada apertura tiene una placa de número en vez de un número por entrada principal en el edificio. La segunda son los azulejos que las cubren. Hay de diseños variados y son una seña de identidad de la ciudad.
Las ciudades con tranvía tienen un encanto especial.
De aquí nos hemos ido a la desembocadura del Tajo a visitar la famosísima Torre de Belém.
La torre de Belém es una antigua construcción militar que tuvo gran importancia en la Era de los Descubrimientos de Europa, ya que sirvió como fortaleza y como puerto desde donde partieron los exploradores portugueses para establecer rutas de comercio con China e India.
Más tarde se le dieron diferentes usos: como defensa de invasores en el estuario del Tajocomo prisión, como faro y también como centro de recaudación de impuestos.
La torre está ricamente decorada, tanto en el interior como el exterior y en su emplazamiento hay unas vistas privilegiadas sobre el estuario.
Después de visitar la torre caminamos por el puerto en dirección al Monasterio de los Jerónimos y nos encontramos con el Monumento a los Descubrimientos. Tiene la forma de una carabela con el escudo de Portugal en los lados. Enrique el Navegante se alza en la proa, con una carabela en las manos. En las dos filas descendientes de cada lado del monumento, están las estatuas de héroes portugueses fuertemente ligados a los Descubrimientos, así como famosos navegantes, cartógrafos y reyes
Antes de entrar en el Monasterio hemos visitado la famosa pastelería Pastéis de Belém donde venden los típicos y deliciosos pastelitos rellenos de crema. Además de pastelitos de crema en la pastelería hay una amplia variedad de dulces y la decoración de azulejos blancos con flores y cenefas azules es encantadora.
Entramos a visitar el Monasterio de los Jerónimos.
Diseñado en estilo manuelino, fue encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama
La primera etapa constructiva de la iglesia nueva comenzó en 1514 y fue ampliándose y modificándose hasta el siglo XX. Se financió gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de los de la pimienta, la canela y el clavo, cuyas rentas iban directamente a la Corona.
Nos gustan especialmente los arcos de los ventanales del claustro y las columnas ricamente decoradas.
Al salir del monasterio seguimos caminando por la orilla del río, acercándonos al centro de la ciudad. Desde un moderno y ancho paseo a orillas del río vamos viendo zonas con restaurantes, museos, y también edificios industriales en desuso y otros en pleno rendimiento.
Llegamos hasta el Museo de la Electricidad, una antigua central termoeléctrica donde se obtenía la energía para iluminar la ciudad, hoy reconvertida en Museo de Ciencia y sede de exposiciones temporales y otros eventos.
Junto a este museo está el Puente 25 de Abril, rojo y metálico como el de San Francisco. Este puente colgante de casi 2 km atraviesa el estuario del Tajo y por él pueden circular vehículos y trenes.
En la otra orilla del río destaca la majestuosa torre y estatua del Santuario a Cristo Rey. El Cardenal de Lisboa viajó en el siglo pasado a Río de Janeiro y le dio tanta envidia de que en esta ciudad tuvieran el inmenso Cristo redentor, que al volver a Portugal comenzó a recaudar fondos para erigir en Lisboa un monumento similar.
La obra que simboliza la paz y el agradecimiento a Dios por haber mantenido a Portugal al margen de los estragos de la Segunda Guerra Mundial.
Tomamos un Uber que nos deja al lado de la céntrica Praça do Comércio que en estas fechas alberga un enorme árbol de navidad.
En esta plaza estuvo el Palacio real durante más de 200 años. A un lado se encuentra al lado del estuario del Tajo y un coqueto puerto y en la banda opuesta de la plaza están situadas las calles peatonales más céntricas y comerciales.
Vemos como va anocheciendo en el estuario y en la plaza y como se ilumina el árbol de navidad, el Palacio Real y el Castillo de San Jorge.
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