Hoy empezamos ya a alejarnos de la costa de Normandía y a viajar hacia el Sureste para ir avanzando camino hacia casa.
La primera visita del día, después de conducir un rato ha sido la Abadía de Jumieges. Esta abadía en ruinas que se encuentra a orillas del Sena, fue destruida varias veces, por los Vikingos, en la Guerra de los Cien Años y en la Revolución Francesa. Llegó a tener más de mil monjes benedictinos, pero tras la Revolución Francesa terminó su existencia como monasterio quedando solo sus ruinas.
Está rodeada de un extenso bosque de 14 hectáreas y todos los jardines y campos que rodean el monasterio están estupendamente cuidados, lo que hace muy agradable el paseo entre los muros y las torres que quedan en pie.
La entrada es gratuita para menores de 26 años y cuesta 7,5 € para los adultos. En recepción te facilitan un folleto que explica con detalle que son los diferentes edificios, las partes de la iglesia y sus características.
Apenas hay visitantes y pasamos más de una hora recorriéndola y fijándonos en los detalles. La visita ha incluido una partida de ajedrez en los jardines.
Hemos comido en el pueblo de Jumieges, junto a la abadía en la Taverne des Moines. Tienen una Fórmule complete por 12 € que incluye entrante, plato y postre. Unos hemos tomado Croque Monsieur y otros Croque Madame de plato principal, muy ricas y bien servidas, con ensalada y patatas. La tarta tatín de postre es deliciosa.
A 100 m del pueblo hay un área de parking de autocaravanas con contenedores de basura, vaciado de agua gris y de WC gratuito y llenado de agua por 3€ con una ficha que venden en los bares del pueblo.
Después de la calma de Jumieges hemos ido a la ajetreada Rouan. No ha sido fácil encontrar un sitio donde aparcar la autocaravana, pero al final y después de dar unas cuantas vueltas por la ciudad hemos aparcado en los muelles de la zona portuaria, en la orilla izquierda del río, al lado del puente Guillaume-le-Conquerant, al que hemos accedido por la Allée François Mitterrand.
El margen del río bulle de actividad, Hay zonas con jardines, parques, canchas deportivas y los jóvenes y las familias pasean o realizan actividades varias.
Nos sorprende la iglesia moderna de Juana de Arco, que tiene un tejado raro y curvado, muy original. Se encuentra en la plaza del antiguo mercado, Place du Vieux-Marché, en el lugar donde quemaron a Juana de Arco con solo 19 años. Juana declaró que había tenido visiones donde el Arcángel Miguel y Santa Margarita le daban instrucciones para que ayudará al rey Carlos VII a liberar Francia de la dominación inglesa. Ayudó en el asedio de Orleans pero fue apresada por los ingleses, juzgada por hereje y condenada a morir en la hoguera.
Dejamos atrás el río y nos adentramos en la ciudad medieval. El centro histórico es muy bonito, con muchas casas de entramados de madera y las calles principales con mucho bullicio de turistas.
Vemos la torre del reloj, le Gros-Horloge, un reloj astronómico encastado en un arco que cruza una de las calles peatonales del centro.
La catedral de Notre-Dame es impresionante. Tiene una fachada barroca muy recargada con infinidad de adornos y detalles y uno no sabe donde mirar. Esta iglesia tiene la particularidad de que la aguja de la torre principal es de hierro fundido que se construyó en el S.XIX para reemplazar a la torre original que era de madera y ardió a causa de un incendio provocado por un rayo.
Cerca se encuentra otra iglesia, la de Saint-Maclou muy parecida a la catedral pero más pequeña. Es una joya del arte gótico flamígero. Los arcos de la fachada tienen los remates de piedras "calados", lo que sorprende mucho ya que evidentemente están construidos con piedra pero son tan livianos que parece que sean de ganchillo.
Después de las visitas seguimos avanzando hacia el sur y dormimos en el pequeño pueblo de Esvres, donde hay una zona municipal habilitada como parking y pernocta de autocaravanas. Se encuentra a las afueras, junto a la piscina municipal y tiene vaciado y llenado de agua gratuitos. La panadería se encuentra a 100 m, junto a la iglesia.
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