jueves, 18 de abril de 2019

Acantilados de Etretat y Veules-les-Roses. Día 5 y 6. Côte Fleurie. Normandía en autocaravana.

No ha sido fácil empezar a visitar los famosísimos Acantilados de Etretat. El pueblo estaba llenísimo de gente y vehículos y hemos tenido que dar varias vueltas por los numerosos parkings de los alrededores para encontrar un sitio donde aparcar la caravana ( 3,5 € medio día). Hemos aparcado en las afueras y hemos caminado unos 10 minutos hasta llegar a los acantilados.

Unos pocos minutos en la costa bastan para entender porque este paisaje ha inspirado a lo largo de la historia a numerosos artistas.

Llegamos al playa que es del cantos rodados blancos y vemos un arco en los acantilados que se encuentran a nuestra derecha y otro mucho más alto y fino a la izquierda.

La única ventaja de visitar un sitio con muchos otros turistas es que enseguida te das cuenta que es lo que hay que visitar. Como mucha gente sube por un camino que va al acantilado de la izquierda, allí que nos vamos nosotros.





Playa y pueblo desde el acantilado


Después de unos minutos de empinada subida llegamos a lo alto de los acantilados. Son muy altos y verticales, con estratos de roca clara que se alternan con otros más oscuros, los claros son de caliza y los oscuros son pedernal (silex).
La caliza se va deshaciendo por efecto del agua y la erosión y acaba formando los cantos claros que hemos visto antes en la playa. Estos acantilados son muy inestables y a lo largo de todo el camino vamos encontrando carteles de que acercarse al borde del precipicio es muy peligroso.

Al llegar arriba de este acantilado podemos ver otro arco mucho más grueso que desde la playa no se divisaba y si sigues un rato más encuentras otro arco más pequeño en forma de cerradura.

El camino que estamos recorriendo es un GR y sigue hacia el sur pero nosotros damos la vuelta a la altura del arco en forma de cerradura. Arriba de los acantilados hace mucho viento, sobre todo si te acercas al borde, y un poco de frío

El paisaje es fantástico. Si miras hacia abajo ves las playas blancas desiertas y el mar verdoso. En la parte superior de los acantilados vemos las montañas cubiertas de césped y en las paredes las franjas de los estratos, los arcos excavados por el aire y el agua y las gaviotas que sobrevuelan el mar.





La primera gaviota perro








En el pueblo hay bastantes casas con unas fachadas curiosas, recubiertas de piedrecitas cuadradas pequeñas y semitransparentes que pensamos que deben ser alabastro. 


Para acabar el día conducimos hasta Veules-les Roses, el segundo pueblo más bonito de Francia. Porque como todo el mundo sabe el primero es Breuvon-en-Auge.

Llegamos al anochecer y aparcamos en el Parking des Falaises,  una explanada muy grande sobre los acantilados y a 5 minutos caminando del pueblo. Hay mesas de picnic y contenedores de basura. En un cartel informa que de 23 h a 8 h está prohibido aparcar, pero hay muchas otras caravanas y nadie viene a decirnos nada, así que pasamos aquí la noche. El camino para acceder está asfaltado pero es estrecho y no es muy fácil pasar si te encuentras a otro vehículo en dirección contraria.

Vemos el anochecer, cenamos y nos vamos a dormir pronto para poder visitar el pueblo a primera hora de la mañana.





A las 8:30 ya estamos en el pueblo dispuestos a visitarlo y a esta hora está muy tranquilo. Veules-les-Roses se extiende a los ambos lados del río Veules, famoso por su corta longitud de tan solo 1100 metros.




Empezamos la visita en la playa, a esta hora la marea está baja pero sube con rapidez y Edgar casi se queda atrapado entre dos lenguas de agua marina que iban avanzando y han rodeado el trozo de arena donde estaba. Desde playa se ven los enormes acantilados que se alzan a ambos lados.

Desde la desembocadura del río vamos remontando su curso y siguiendo una ruta que visita los lugares más destacados. En la la Oficina de Turismo nos han dado un plano con el recorrido.

El pueblo es precioso, con encanto. Todas las calles y las casas están muy bien cuidadas, tanto si son grandes mansiones como viviendas más sencillas.


Acantilados sobre los que está el aparcamiento






los porticones de las ventanas de algunas casas tienen adornos en forma de corazones

En la parte más cercana al nacimiento del río hay una zona donde las casas tienen el techo de paja. En el nacimiento, además, hay molinos, truchas, un abrevadero y una plantación de berros.










Descendemos hacia el mar por la otra orilla de río, donde hay edificios un poco más altos  y llegamos a la zona norte de la playa donde se encuentran las casetas de los bañistas.





Subimos hasta un mirador donde hay un memorial a las tropas escocesas que liberaron el pueblo de la ocupación alemana.



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