Afortunadamente en cuanto hemos subido un poco con el coche hacia el parking de encima de la estación de esquí (Vallée des Espécières) ante nosotros ha aparecido un sol radiante con un mar de nubes ocupando el fondo del valle.
Por el camino hemos detenido el coche pues habíamos avistado muy cerca de la carretera un grupo de buitres que caminaba hacia arriba de la montaña para poder despegar y echar a volar.
Hemos empezado a caminar, primero hasta el Port de Boucharo (de Bujaruelo o de Gavarnie) por un camino ancho y sin dificultad. Rebaños de ovejas verdes (jajaja), de vacas, lagartijas, marmotas y montañas de piedras claras nos iban acompañando.
A partir del Port el camino se ha hecho más empinado y difícil, con algún nevero que debíamos atravesar.
Justo antes de llegar al Coll de Sarradets hay que atravesar un torrente producido por el agua del deshielo por lo que es recomendable llegar antes de que el sol caliente el glaciar.
Dos horas después hemos llegado al Refuge de Sarradets, desde el cual se divisaba perfectamente la Brecha de Roland, una gran muesca en la montaña de 40 m de ancho y 100 de altura que cuenta la leyenda fue abierta por Rolando, el sobrino de Carlomagno, mientras intentaba destruir su espada Durandal golpeándola contra la roca al final de la batalla de Roncesvalles.
Un viento frío soplaba en el refugio y las nubes grises estaban empezando a cubrir el cielo, así que hemos decidido no entretenernos mucho y comenzar la bajada para poder estar a mediodía en el pueblo de Gavarnie. Ha sido una pena no subir hasta la Brecha pero teníamos muchas cosas que hacer en el día y nuestras fuerzas seguían bastante justas después de la Porta. Pero las vistas del Parque Nacional de Ordesa desde allí arriba han de ser fantásticas.
Desde Sarradets podíamos contemplar la parte más alta de la cascada del Circo de Gavarnie que queríamos visitar por la tarde desde su base.
Cuando hemos empezado a bajar hacia el valle hemos encontrado multitud de excursionistas que se dirigían hacia el Refuge de Sarradets y Edgar con su particular sentido del humor ha acabado bautizando el trayecto como Boulevard de Roland.
Una vez alcanzado el parking nos hemos dirigido en coche hasta el pueblo de Gavarnie. Era mediodía y la niebla matutina ya se había disipado. Gavarnie es un pueblo que está dedicado en su totalidad al turismo así que nos hemos encontrado con una variedad de lugares donde poder comer y por primera vez en todos los Pirineos con japoneses y rusos.
A primera hora de la tarde hemos emprendido el camino hacia el Cirque de Gavarnie, que forma parte del Macizo del Monte Perdido y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El camino, muy transitado, con poca subida y muy cómodo nos ha conducido en aproximadamente una hora por la orilla del río hasta los pies del circo, aunque desde que hemos comenzado la excursión podíamos ir contemplando las cascadas y la parte más alta del circo.
Al llegar al Hotelet du Cirque hemos podido contemplar un espléndido espectáculo natural. El circo es grandioso, la cascada principal, con 400 m de caída de agua es espectacular, los diferentes pisos de rocas, todos ellos muy verticales y los picos en los que culmina la montaña hacen del conjunto un lugar digno de visitar.
Nos hemos obsequiado con una merienda de crepes y helado en el Hotelet du Cirque y hemos emprendido el regreso hacia el pueblo. Hugo se aburría por un camino tan plano y recto y ha empezado a subir y bajar por los senderos laterales, a caminar marcha atrás y a hacer monerías varias.
Acaba aquí la parte aventurera y cansada de nuestras vacaciones, a partir de mañana nos espera la playa y el relax en la Costa Brava.
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