miércoles, 16 de julio de 2014

Sarajevo. Día 13.

Visitar Sarajevo ha sido una lección de historia. Es famosa por muchos motivos, por ser la sede de los Juegos Olímpicos de invierno de 1984, ser una de las ciudades principales de la guerra de los Balcanes o ser la segunda ciudad en importancia en la época del imperio turco tras Estambul.

Hemos empezado en el Fuerte Amarillo ( Visegradska kapija) sobre una colina cercana al centro histórico (en taxi desde el apartamento 3,5 €) desde donde se divisa la ciudad y ocho cementerios de lápidas blancas.







Hemos bajado andando,  bordeando uno de los cementerios y hemos entrado en él;  allí se mezclaban tumbas de diferentes confesiones religiosas y era escalofriante ver montones de lápidas todas con la misma fecha.



En seguida hemos llegado a Bascarsija, el barrio árabe donde hemos visto la famosa fuente Sebilj de piedra y madera y hemos empezado a callejear por el bazar que ocupa la zona.




Hemos visto varias mezquitas, la de Gazi Husrev-begova quizás es la más llamativa, pero en pocas manzanas se encuentran también una sinagoga, la catedral del Sagrado Corazón y una iglesia ortodoxa.






Hemos pasado por la Biblioteca de Sarajevo, que era la más importante de la antigua Yugoslavia, pero quedó prácticamente destruida en la guerra de los balcanes, quemándose unos 2 millones de libros. Ahora es un edificio precioso porque la han reconstruido e inaugurado este año.



Al otro lado del río está la Inat Kuca, una casa que querían expropiar cuando construyeron la biblioteca por primera vez, pero como el dueño se negaba a abandonar su vivienda acabaron por desmontarla piedra a piedra y volver a construirla de manera idéntica unos metros más para allá.

Luego hemos ido al Puente Latino, famoso por ser testimonio de uno de los hechos que marcaron la historia del S.XX, aquí fue asesinado el archiduque de Austria Francisco Fernando, hecho que fue el desencadenante de la Primera guerra mundial.



Hemos seguido paseando por la zona peatonal de la ciudad, en un parque nos hemos encontrado un ajedrez gigante y una partida en la que dos hombres jugaban y otros muchos miraban. Hemos pasado por un mercado, por el Banco Central de Bosnia y Herzegovina que es un edificio soviético y hemos llegado a la Eternal Flame, una llama siempre encendida para rememorar los muertos en la Segunda guerra mundial.






Para comer nos hemos dirigido a la calle Bravadziluk, al lado de la fuente Sebilj, toda llena de restaurantes con diferentes especialidades de la zona. La comida de Bosnia tiene raices turcas y teníamos ganas de probar platos diferentes a los del resto de las vacaciones. Unos hemos comido dolmen que son verduras rellenas de carne picada, cocinadas con salsa y acompañadas con arroz, otros cevaci y otros cordero con arroz.

Después de comer hemos ido a tomar te turco acompañado por pastas tipo Baklava de pistacho y de chocolate.

Después de comer nos quedaba visitar la parte menos céntrica de la ciudad. La casa turca Svrzo a la que no hemos entrado pues desde al patio ya hemos visto que era casi igual que la que visitamos ayer en Mostar, luego hemos ido a unas villas señoriales una de las cuales albergaba el museo olímpico y que actualmente estan un poco abandonadas y volviendo al río hemos visto la oficina de correos, un puente moderno muy original que está delante de la galería de arte, y hemos vuelto caminando al apartamento a descansar un poco.

Por el camino hemos encontrado un complejo olímpico totalmente abandonado y también hemos visto el Hotel Holiday Inn que salió durante años en la Telediario pues era donde estaban alojados los periodistas en la guerra de los Balcanes. Cerca de nuestro apartamento está la parte nueva de la ciudad con rascacielos muchos de ellos acristalados.








Cuando salimos a cenar fuimos de nuevo a la calle Bravadziluk, pero esta vez a la Buregdzinica Bosna para comer bureg. Es un local donde sólo sirven este plato, los bureg son rollos de pasta filo rellenos de carne, queso, espinacas o patatas. Mientras cenábamos nos sorprendió ver que las personas que estaban en las mesas de al lado nuestro tenían los vasos de limonada y los platos de comida en la mesa pero que nadie comía ni bebía, hasta que Txus cayó en la cuenta de que estamos en Ramadán y no pueden comer hasta que se ponga el sol. De pronto se oyó como un cañonazo, empezó a sonar una música y todos empezaron a comer a la vez. No habíamos asociado a los jóvenes que estaban sentados a nuestro alrededor con musulmanes pues relacionamos musulmán con magrebí y aquí los musulmanes son europeos de piel clara vestidos como cualquier persona de nuestro país.

Al salir a la calle vimos que todas las terrazas de los locales estaban llenas de gente que comían con ganas pues llevaban todo el día en ayunas. En las mezquitas estaban rezando, los hombres a la derecha de la puerta, las mujeres a la izquierda y que dentro de la mezquita si que llevan velo aunque la mayoría se lo quitaba en cuanto salían.

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