Ir de Sarajevo a Banja Luka, las dos ciudades más grandes de Bosnia no es una tarea fácil. La red viaria se encuentra en pésimas condiciones haciendo juego con el parque automovilístico.
Excepto unos 50 km de autopista el resto del camino son carreteras de montaña con tramos en los que hay boquetes en el asfalto.
Unido a los camioneros que conducen a 30 km/h mientras hablan por el móvil y a los automovilistas que adelantan en línea continua hacen del viaje una experiencia que acaba con los nervios de cualquiera.
Eso sí, el paisaje es precioso, montañas de vegetación alpina con abetos y flores de colores con pueblos rurales llenos de pajares.
Hemos parado en Banja Luka a comer, una ciudad donde hay una bonita catedral ortodoxa y un castillo fortaleza que solo hemos visto de pasada.
A partir de Banja Luka, ya cercana a la frontera con Croacia, la mayoría del trayecto se hace por autopista ( nunca nos habíamos alegrado tanto de encontrarnos con un peaje). Hemos llegado a Zagreb, nos hemos instalado en el apartamento y hemos salido a conocer la ciudad.
Hemos decidido coger el tranvia para llegar hasta el centro y nos hemos bajado en la plaza Bana Josipa Jelacica presidida por la estatua de ban Jelacic que fue retirada por los comunistas tras la Segunda Guerra Mundial y recuperada en 1991.
Hemos visitado la catedal de la Asunción de la Virgen en la que destacan los dos campanarios de 105 m de altura añadidos tras la reconstrucción después del terremoto de 1880. La catedral estaba defendida por murallas y torres de las que aún se conserva una buena parte, pues en el S. XV las invasiones turcas llegaron hasta esta zona y aquí estaba la frontera entre los territorios cristianos y los musulmanes.
Hemos entrado en la ciudad alta o Gradec por el arco de piedra Kamenitih vrata. Justo antes hay una estatua de Sant Jordi matando al dragón y dentro de la puerta de piedra una imagen muy venerada de la Virgen con el Niño.
En la ciudad alta nos ha llamado la atención el colorido tejado de la Iglesia de San Marcos, hemos visto una fuente de un pescador con una serpiente y hemos llegado hasta la torre Lotrscak que a partir del S. XIII defendía la entrada de la ciudad y avisaba del cierre de las puertas a medianoche con un cañonazo. Hoy en día se mantiene la costumbre pero el cañonazo ha sido transladado a las 12 del mediodía, desafortunadamente no hemos llegado a tiempo de oirlo.
Nuestra visita ha continuado por la herradura verde, una U de jardines y edifcios burgueses en la parte baja de la ciudad. Sólo nos ha gustado el trozo que va de la estación de tren a la plaza Zrinski.
Nos hemos ido a cenar a una de las concurridas terrazas de la calle Skalinska, al lado de la catedral y hemos vuelto, también en tranvía al apartamento.
La Croacia de costa que visitamos la semana pasada tenía aspecto italiano y mediterráneo, en cambio Zagreb, en el interior del país, nos ha recordado más a las ciudades austríacas.
Zagreb es una ciudad con mucha vida en la calle, cuando hemos llegado al centro había un concierto en la plaza B.J. Jelacica, en los jardines que hay junto a la torre Lotrscak había un espectáculo infantil de marionetas, las terrazas de toda la zona de Gradec estaban llenas de gente cenando o tomando algo y también hemos encontrado una plaza en la que había un cine al aire libre
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