La mañana la hemos pasado en el coche, con una breve parada en Kaunas, la ciudad del famoso equipo de baloncesto Zalgiris de Kaunas. En la ciudad hemos visto el castillo, construido en ladrillo rojo con una bella torre circular, también la Rotuses aikste, la plaza donde se alza el gran edificio blanco del ayuntamiento conocido como el cisne blanco y la animada Vilnius gatve que partiendo de la plaza del ayuntamiento atraviesa la ciudad vieja, llena de cafeterias, tiendas de recuerdos y restaurantes donde a las 12 ya estaba comiendo la gente.
Hemos parado un momento en las afueras de la ciudad para ver el Fuerte IX, una fortaleza con mucha historia que fue usada como campo de exterminio en la segunda guerra mundial, y junto a la que hoy se alza un enorme monumento dedicado a las 30.000 víctimas.
A la hora de comer hemos llegado a Trakai, antigua capital de Lituania, con un Castillo que posiblemente sea la atracción turística número 1 del país. Pero antes de visitar el castillo hemos parado a comer en Senoji Kibinine para degustar dos de las especialidades del pais, las kibinas, que son empanadillas rellenas, y los zepelin, consistentes en un puré de patatas muy espeso relleno de carne. Los niños querían uno dulce, relleno de chocolate para el postre, pero al pedirlo nos ha dicho la camarera que tardaba 40 minutos, así que si quereis probar esta especialidad hay que pedirla al llegar al restaurante..
Después de comer nos hemos acercado al imponente castillo de Trakai, lo primero que hay que hacer es aparcar el coche, en la zona azul de la calle o en el patio de una de alguna de las viviendas del pueblo, donde los dueños a cambio de 2 € te ofrecen dejar el coche en su terreno.
La vista del castillo, en medio del lago, es espectacular. Embarcaciones y patos pueblan las aguas que lo rodean, y un puente une la isla con el contienente. El castillo ha sido construido y destruido en diferentes ocasiones desde su creación en el S XIV por orden del duque Kestutis, y su aspecto actual, con la base de los muros de piedra y las torres de ladrillo rojizo es resultado de la última restauración del S.XX.
Nos ha gustado también un enorme patio rectangular lleno de escaleras exteriores de madera que suben hasta las torres.
La visita de las salas que son accesibles no nos ha parecido demasiado interesante, sólo un par donde se ve la maqueta de cómo se encontraba el castillo en el S.XIX y otra donde se ven las diferentes reformas y ampliaciones a la largo de la historia.
El orden de visita a las salas del castillo, que puertas son de entradas, cuales de sálida, por qué escaleras se sube y por cuales se baja carece de toda lógica y unas antipáticas señoras te obligan a pasar por la planta baja para ir del primer al segundo piso. En fin, que después de dar unas cuantas vueltas hemos podido ver casi todo el castillo, menos una sala a la que acababa de entrar Txus pero a los demás nos han cerrado la puerta. Se parecen a los rusos con esta retaíla de normas incoherentes.
Tras la visita, en menos de media hora hemos llegado a Vilnius y después de instalarnos hemos salido a cenar a un restaurante, Amatininkų užeiga, que nos había recomendado la dueña del apartamento en la plaza del ayuntamiento, que a esa hora estaba de lo más animado, toda llena de restaurantes y terrazas con gente de todos los paises cenando o tomando alguna cosa. Nos hemos hecho una primera idea de cómo es la ciudad que visitaremos mañana.
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