Las visitas de nuestro último día en Moscú no han empezado demasiado bien.
Queríamos ver el Museo de Esculturas de Hielo, que según la guía estaba en el parque Krasnaya Presnya al que nos ha costado un rato llegar en metro y luego caminando.
Queríamos ver el Museo de Esculturas de Hielo, que según la guía estaba en el parque Krasnaya Presnya al que nos ha costado un rato llegar en metro y luego caminando.
En el recorrido en metro hemos ido parando en las estaciones de la linea circular o Koltsevaya.
Una vez en el parque, Krasnaya Prenya, lo hemos recorrido de arriba a abajo pues no encontrábamos el museo ni ninguna indicación. La gente a la que preguntábamos no nos sabía decir nada (entre otras cosas es un poco difícil preguntar en ruso y entender la respuesta) hasta que finalmente unas señoras nos han explicado que cerró hace dos años.
Ya que estábamos allí hemos ido hasta el río y hemos podido ver dos más de los rascacielos de Stalin, el edificio del gobierno de Rusia, al que también llaman la Casa Blanca- que poca imaginación poniendo nombres a las casas que tenemos en este planeta- y el edificio del Comecón.
Cerca también se encuentra la zona más moderna de la ciudad, la Moskva-city, con grandes rascacielos de acero y cristal donde se alojan las oficinas de los bancos, las grandes compañías y un centro comercial.
Desde aquí nos hemos ido en metro al cercano parque Pobedy, una plaza-explanada enorme que nos recordaba a Lourdes, entre otras cosas porque hacía tanto calor como el día que pasamos por el santuario francés. A los lados de la inmensa avenida, vacía en el centro se encuentra una hilera de jardineras, fuentes y columnas coronadas por un penacho un tanto peculiar.
En un extremo de la avenida se encuentra el Arco del Triunfo de la derrota sobre Napoleón y en el otro extremo el descomunal obelisco de 141,8 metros de altura que conmemora los 1418 días que duró la Segunda Guerra Mundial.
Los relieves del obelisco, con figuras de soldados y de los nombres de las batallas, logran transmitir el sufrimiento de la guerra. Es un monumento verdaderamente impresionante.
Junto al obelisco hay una estatua de Sant Jordi matando el dragón.
Detrás del obelisco está el Museo de la Gran Guerra Patriótica ( 2ª guerra mundial) que también hemos visitado. Nos han gustado sobre todo unos dioramas enormes de las batallas más importantes de la guerra y una reproducción a escala real de como sería una vivienda y las calles de Berlín bombardeada que se podía recorrer mientras se escuchaba de fondo un audio de los sonidos que se debían escuchar en estas ocasiones. Es realmente fácil cuando estás en este escenario imaginar la desesperación que debían sentir los habitantes de las ciudades cuando se encontraban en esta situación.
El resto de la colección del enorme edificio son objetos relacionados con la guerra como uniformes, armas, medallas... que no nos han parecido demasiado interesantes.
Al salir hacía mucho calor y lugareños y turistas se bañaban en las fuentes de la avenida, y unas parejas de novios se hacían fotos.
Hemos ido a comer a uno de los restaurantes de la cadena My-My que se caracteriza por estar decorado en su totalidad -platos, vasos, paredes, mesas, baños- con las manchas blancas y negras de piel de vaca. Es un self-service de comida típica rusa bastante bien de precio.
Después hemos ido a visitar el cementerio de Novodevichy, donde se encuentran las tumbas de muchos de los personajes ilustres de la capital: escritores, músicos, inventores, políticos... Algunas sepulturas están decoradas con motivos que representan la ocupación que tuvo el personaje.
De allí nos hemos acercado a la zona cercana al Kremlin para ver la Catedral del Cristo Salvador, estación de Kropotkinskaya. La historia de esta catedral es muy curiosa, fue destruida en 1931 por orden de Stalin, que quería levantar en este emplazamiento el mayor de sus 8 rascacielos. Por problemas económicos nunca se llegó a construir el rascacielos por lo que aprovecharon el agujero de los cimientos para hacer una enorme piscina. Por iniciativa popular en la década de los 90 se promoción su reconstrucción que acabó haciéndose realidad en el 2000 y la iglesia actual es una reproducción exacta de la original.
Al lado de la catedral un puente cruza el río, desde el que se divisan todas las torres del Kremlin y un enorme monumento dedicado a Pedro el Grande. La enorme y desproporcionada figura sobre un barco de vela en realidad fue construida para que representara a Cristobal Colón, pero como el escultor no logró venderla a la organización de la Expo 1992, acabó comprándosela el alcalde de Moscú que era amigo suyo.
Con un paseo por la plaza donde se encuentra el edificio de la Lubyanka, tristemente famoso por ser cárcel y edificio de torturas de la KGB hemos dado por finalizada la visita a la capital rusa.
Nos hemos dirigido a la estación para coger un tren nocturno que nos llevará a San Petersburgo. Vamos cómodamente alojados en un compartimento de 4 personas con literas, en un vagón donde la mayoría de los viajeros con orientales.
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