Queríamos ver la farmacia mas antigua de Europa en la Raekoja Plas (Plaza del ayuntamiento) ya que ayer cuando llegamos ya estaba cerrada. Al llegar a la plaza hemos visto que había un mercadillo de artesanía local y hemos aprovechado para comprar unas cuantas cosas. Los recuerdos más típicos del país son objetos fabricados con madera y ropa de lino.
También hemos visitado el Pasaje de Catalina, la puerta de Viru y la zona este de las murallas. La ciudad vieja está llena de pequeños rincones con encanto.
Desde allí nos hemos ido a la parte más moderna de la ciudad a recoger el coche de alquiler que teníamos reservado y con él nos hemos dirigido a visitar una zona de la costa al oeste de Tallin.
El paisaje es muy frondoso, hay bosque por todos sitios, y los árboles llegan hasta el borde de los acantilados o de la playa. Incluso hemos visto algunos pueblos que simplemente consisten en casas en medio de los árboles y carriles asfaltados para poder acceder a ellas, pero ni calles , ni aceras, ni plazas.
Hemos ido bordeando las costa, parando primero en Rannamoisa y luego en Vaana Joesu hemos comido en el Greenhouse Cafe, un bar al lado de la carretera donde anunciaban menú del día, que ha consistido en una sopa de legumbres riquísima acompañada de un pan muy negro, patatas o escalopa con patatas, todo ello acompañado de leche fresca como única bebida incluida en el menú. Así que nos hemos comido los garbanzos con leche, para integrarnos en las costumbres del país.
En Keila-Joa tamién hemos parado, hay un castillo junto a una pequeña catarata que resulta que es la segunda más alta de Estonia, pero que no tiene nada de especial como catarata. El entorno es agradable pues hay un pequeño recorrido al lado del río, con unos puentes colgantes, y el bosque alrededor.
Luego hemos llegado a una playa (junto al bosque estatal RMK Meremõisa telkimisala) donde la gente tomaba el sol y se bañaba, aunque la temperatura era de 20 ºC, hemos visto que el mar era negro y no azul. Al acercarnos a la orillas hemos descubierto que este color era debido a que el mar estaba lleno de algas oscuras que le daban un aspecto que no invitaba para nada al baño.
Hemos seguido hasta Paldiski, un pueblo donde había una antigua base militar soviética con submarinos nucleares pero que ya está desmantelada. Al final de la pequeña península donde está el pueblo hay un faro, antaño todo rojo, ahora medio despintado, y unos acantilados de roca caliza.
De vuelta hemos seguido unas indicaciones donde ponía Holocausto Memorial, que ha resultado ser una serie de monumentos y paneles explicativos situados a lo largo de un camino donde estuvo el Campo de Concentración de Klooga durante la segunda guerra mundial y el lugar donde hubo una matanza de aproximadamente 2000 prisioneros ante el avance del ejército rojo. Los nazis dejaron los cuerpos en piras para ser quemados pero la precipitada huida no les permitió borrar las huellas de la matanza.
Ya de vuelta hemos parado en un mirador junto a los acantilados de Türisalu y en la plataforma-mirador de Muraste desde la que se ve Tallinn.
La última visita del día ha sido a la zona de Pirita, donde hay un paseo en la bahía al este de la ciudad desde donde se ve Tallinn con una perspectiva diferente. Estaba lleno de gente en bicicleta, con patines o paseando.
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