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domingo, 9 de julio de 2017
Salina de Turda. Cluj-Napoca
Abandonamos el norte del país y nos dirigimos a la zona central, así que dejamos atrás los valles aislados y tradicionales.
Por el camino, pocos minutos antes de las diez, atravesábamos un pueblo rodeado por extensas llanuras repletas de pajares y hemos observado que la carretera estaba llena de lugareños que se dirigían hacia la iglesia, las mujeres habían cambiado las faldas y los pañuelos de colores por otras lisas y oscuras, pero igual de tradicionales y se dirigían a misa con sus mejores galas.
Unos pocos kilómetros más al sur, en Rogoz, se encuentra otra iglesia de madera patrimonio de la humanidad donde hemos parado. En el mismo recinto hay dos iglesias, y las gallinas revolotean entre las tumbas del cementerio. Al lado de las iglesias antiguas se alza la iglesia ortodoxa nueva y estaban haciendo misa en ese momento.
Hemos entrado unos minutos a la ceremonia, donde nos ha sorprendido encontrar la iglesia repleta, en este país hay mucha devoción religiosa, y lo mucho que se arreglan para asistir a misa. En el porche de la iglesia se encontraban apiladas bastantes cajas llenas de panes, que hemos supuesto que se repartían entre los asistentes al terminar el oficio.
La siguiente visita ha sido a uno de los lugares más extravagantes en los que hemos estado nunca: la impresionante mina Salina Turda. Es una enorme mina de sal que fue explotada desde el S. XIII hasta 1932 cuando dejó de funcionar como tal.
Las enormes galerias y pozos que formaban la mina han sido convertidos en un centro para el tratamiento de enfermedades respiratorias, ya que el aire tiene una humedad y temperatura constantes y una casi nula concentración de bacterias. Como los tratamientos consistían en que los enfermos pasaran varias horas diarias dentro de la mina, para que no se aburrieran empezaron a construir diversas zonas de entretenimiento, y actualmente la mayoría de los visitantes vamos simplemente a ver el complejo y pasar un rato en este curioso lugar.
Asomarse por la barandilla del nivel superior y contemplar el agujero principal de la mina Rudolf de 42 metros de profundidad y 80 de largo ya es todo un espectáculo y pasear por las galerías donde tanto las paredes, como el techo, como el suelo son de sal es impresionante.
Hemos bajado por las escaleras hasta lo que creíamos que era el nivel inferior. Pero una vez allí nos hemos dado cuenta que otros 13 tramos de escaleras descendían hasta un lago con el agua más salada que hemos visto nunca, donde hay unas barquitas de remos. Tras pelearnos un rato con los remos y discutir como remar para que gire la barca, los niños han jugado a minigolf, a pingpong y al billar.
La entrada cuesta 30 leí los adultos y 15 los estudiantes y una vez dentro hay que pagar entre 10 y 15 leí por cada atracción que quiera usarse. Dentro no venden comida ni bebida así que hemos parado a comer en uno de los múltiples puestos que hay en la explanada junto a la entrada de la mina.
También hay una zona, en la galería Losif donde podemos ver una exposición de maquinaria antigua de madera que se usaba para explotar la mina.
Hemos llegado al hotel situado en las afueras de Cluj-Napoca a media tarde con ganas de descansar un rato y darnos un baño en la piscina antes de dirigirnos a visitar la ciudad , y nos hemos encontrado en la piscina y en el jardín una fiesta patrodinada por Aperol, con DJ, cachas y pivones entre los que desentonábamos un poco. Como la siesta era imposible nos hemos únido a la fiesta.
A última hora de la tarde nos hemos ido a visitar Cluj-Napoca. Debe ser que nos persiguen las fiestas, porque al llegar a la plaza principal de la ciudad, la Piata Unirii, también había un concierto. Después unos días en la Rumanía profunda casi nos hemos sorprendido al encontrarnos una ciudad con amplias aceras y avenidas, cajeros automáticos, semáforos, gente vestida del mismo estilo que nosotros y calles repletas de tiendas y restaurantes.
Los edificios de la calle Dul Edoilor, entre la Plaza Unirii y la Plaza Avram Iancu son preciosos, de suaves tonos pastel y con las fachadas decoradas con relieves. Las iglesias de ambas plazas nos han gustado mucho, especialmente la imponente torre gótica de la Iglesia de San Miguel.
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