Cuando pensábamos que las sorpresas se habían acabado ya en este viaje porque ya estábamos en la zona más turística del país, el día nos ha deparado unas cuantas.
Al norte de los Cárpatos existe una zona que fue colonizada por los sajones en el S XII cuando el rey Húngaro Géza II invitó los sajones a instalarse en la región. La mayoría llegaron desde la Alemania occidental y a partir del S.XV ante la amenaza de invasiones turcas fortificaron las poblaciones y las iglesias.
Ayer, en Sibiu, ya nos dimos cuenta de que la arquitectura era muy parecida a la de las ciudades alemanas y austriacas.
Hemos tomado una carretera secundaria para ir de Sibiu a Biertan pasando por Hosman, Alțâna, Agnita y, por error, por Ruja. Hileras de casas de colores se alinean a lo largo de la carretera en todos los pueblos de la región. La mayoría tienen tejados a cuatro aguas con tejas redondas, tres ventanas en la fachada y un gran portón que es la entrada al patio interior, que comunica con el granero de la parte posterior de la casa.
En muchos de estos pueblos hay un gran porcentaje de población gitana ya que el valle quedó prácticamente despoblado hace unos años y ellos se asentaron en los pueblos vacíos. Hasta ahora apenas habíamos visto habitantes de esta etnia.
El primer pueblo en que hemos parado ha sido el de Alțâna, en el que hemos realizado una visita a la oficina de correos. El empleado buscaba los sellos dentro de una libreta junto al cenicero lleno de colillas de haber pasado la mañana fumando en la oficina.
La iglesia fortificada estaba cerrada y sólo la hemos podido ver por fuera, pero nos hemos hecho una idea de la estructura: una galería cubierta dentro de la cual están las empinadas escaleras que conducen a la iglesia y una muralla que rodea todo el recinto.